A principios del siglo XX, el bioquímico ruso Alexander Ivanovich Oparin elaboró una teoría razonada de un posible origen de la vida en la Tierra, en 1924 y cuatro años más tarde y de forma independiente, el británico John B. Sanderson desarrolló una teoría muy parecida.
Oparin propuso que mediante procesos físico-químicos ocurridos en una atmósfera terrestre, se originó la vida:
Tuvieron lugar una serie de reacciones químicas espontáneas entre componentes de la atmósfera que existía hace unos 4000 millones de años (metano, amoníaco, hidrógeno, vapor de agua). Para originar estas reacciones, se necesitaba una gran cantidad de energía que se obtuvo de descargas eléctricas procedentes de grandes tormentas, intensas radiaciones ultravioletas procedentes de Sol y continuas erupciones volcánicas que sintetizaron las primeras moléculas orgánicas simples (aminoácidos, nucleótidos).
El vapor de agua de la atmósfera se condensó al bajar la temperatura y se produjeron lluvias intensas y continuas que formaron los mares primitivos (a los que Oparin denominó sopa primitiva). Las moléculas orgánicas fueron uniéndose y dieron lugar a moléculas orgánicas compuestas (proteínas, acidos nucleicos...).
Las moléculas orgánicas obtenidas se aislaron del medio acuático en el interior de estructuras, llamadas coacervados. Este aislamiento no fue completo por lo que se produjo un intercambio con moléculas del medio.
Algunos coacervados estables se dividieron y originaron semejantes. Para ello, se sintetizaron en su interior moléculas con capacidad de autoduplicarse (ácidos nucléicos). De esta síntesis se originó el primer organismo vivo: PROGENOTA.
Estas hipótesis de Oparin y Haldane dejaron de serlo cuando un estudiante norteamericano, Stanley Miller, decidió verificarlo de manera experimental.
El experimento contaba con una matraz a la que se le había introducido una mezcla de los gases que existían en aquella atmósfera primitiva, calentaron el contenido del matraz y sometieron los vapores a descargas eléctricas. Finalmente, después de unos días, analizaron el contenido del recipiente, descubriendo en su interior compuestos orgánicos, entre los que había aminoácidos.
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